La tucumana del kiosko
sentada afuera
ni necesita saber
porqué sonríe.
Jurados de belleza
ofrecen su veredicto,
dos policías
castigan
a palos
lo que los fotógrafos buscan
lo que los artistas empeñan
en el plató del futuro.
Ni el pueblo dejado atrás
ni la oscilación del ombú
la nostalgian
la tucumana cree
susurrada por su dios minúsculo y ajeno
que si este cielo gris
de posibles lluvias
sigue siendo promesa de aguacero
el futuro debe ser la única verdad.
No se hable más.
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